Viaje al Norte

Viaje al Norte

viernes, 30 de julio de 2010

Vivero

Salís de tu auto y das los primeros pasos, sintiendo el crujir de las hojas bajo tus pies.
Cerrás los ojos y respirás el aroma a eucalipto. Oís el canto de los pájaros anunciando la mañana, sentís que las mariposas rozan tu cabello.
Te es inevitable sonreír al ver aquella niña de cabello corto carré y mejillas rojizas, junto a otros dos niños trepando el gran tronco tras un fondo de tonalidades verdes. Escuchás sus risas, sus pasos al correr.
Abrís los ojos y allí te encontrás, en pleno silencio frente a aquel tronco vacío.

sábado, 24 de abril de 2010

lunes, 19 de abril de 2010

Villa del parque

Grabado está mi recuerdo en cada una de tus esquinas, en cada grano de arena de tus plazas, en cada adoquín de tus calles. En los eslabones de las cadenas de tus hamacas guardas mis sueños de niña. En la corteza de tus árboles, mi idealizada futura realidad.
En los ladrillos de tus paredes, la confidencia de mis escondites.
Sé que en tus tierras nacieron frutos al caer mi llanto. Sé que tu paisaje fue una brisa de inspiración en mi mente.
La musicalidad de tus atardeceres, siempre la más fiel compañera de mis oídos.
En los charcos de lluvia, el reflejo de mi pasado,presente y futuro.
Carita de luna llena,
Pelo carré, zapatitos de charol y vestido a cuadros.
Tu sonrisa tímida contagia a tus ojos.
Sobre tus mejillas aparecen pinceladas de acuarela rosada.
Ríes y vives aventuras.
Vuelas en aquel Pegaso atravesando blancas nubes de algodón.
El tiempo te obligo a aterrizar y tus pies tocaron el cemento húmedo de la ciudad.
Hoy comprendes que los castillos de arena se derrumban.
Que la fortuna no se consigue al finalizar un arco iris.
Entendés que no todas las historias tienen final feliz.
Aun así, no dejas que la luz de tus sueños se apague.
Aun así, sigues creyendo. Aun así, sigo creyendo.

martes, 13 de abril de 2010




13 de Abril.
2010

martes, 6 de abril de 2010

La ultima Función

¿Es que jamás lo vas a entender?¿Realmente pensás que con alcohol olvidaré tanto vivido? ¿Que dándole trabajo a una postitula se borraran sus trazos de mi piel? No, realmente no comprendés…
En cada encuentro escribimos una nueva historia. Historias en las que éramos los protagonistas.
Levantábamos muros de pasión y construímos el teatro de la expresión. Allí, en pareja, rozando piel contra piel dimos vida al ballet del erotismo y la seducción.. Un baile donde éramos uno, Donde cada movimiento pintaba matices de sentires y colores dando origen a una verdadera obra de arte.
¿Creés que por ser mi mente podrás borrar cada recuerdo?… Pues, si tanto sabes, dime cómo calmar el dolor permanente que siento en mi pecho, cómo explicarle a la luz del alba que el telón no volverá a levantarse y que no podrá volver a presenciar nuestro saludo final al terminar la función.

Las tierras se convirtieron en una gran nube de polvo en la cual se perdió su figura.
Ella necesitaba crear un lugar donde sus anhelos cobraran vida, donde el sol le sonriera al llegar cada mañana, donde su luz le acariciara el rostro al despertar. Ella necesitaba respirar tranquilidad.
Ya no soportaba la espera del cambio. La desesperaba ver la desaparición de huellas en el mundo. Sufría verlo convertirse en un desierto de almas inocentes.
Su mente en turbulencia rogaba a gritos libertad. Pedía un sitio donde la paz e igualdad existieran y no siguieran siendo inalcanzables utopías.
Así es como, antes del regresar de la aurora, sus alas hiladas de esperanza levantaron vuelo en busca de su idealizada realidad.

2010

Nuevos adoquines

Y allí me encontré, en frente de adoquines que jamás había pisado.
Aquella tarde el sol destellaba, el canto de los pájaros se oía a lo lejos y los árboles comenzaban a florecer con la primavera.
Di el primer paso sin dudarlo un momento pero sin un rumbo fijo. Me crucé con la nuevamente madre. Me fue inevitable sonreír al ver a su beba de enormes mejillas de capelina y vestidito blanco con pequeñas flores rojas. Mi gesto fue devuelto por la maternal sonrisa de la mujer, acompañada con la de sus ojos.
Llegando a la esquina de la siguiente cuadra desvié mi mirada hacia la dirección en que escuché risas de niños. La plaza cerrada del barrio y, tal como yo pensaba, allí estaban los tres hermanitos, El niño mayor con su jardinero en un extremo del sube y baja, y las otras dos niñas con igual atuendo y su cabello carré en el otro. Aparecieron tres mayores, con un suave andar. El niño y la niña más grande corrieron a buscar los caramelos que la pareja les entrego a cambio de un abrazo, la más pequeña, fue recogida del juego, al mismo tiempo, por el hombre que traía el bastón. El la alzó y la sentó en su brazo riendo juntos mientras ella tomaba la boina del anciano y la colocaba sobre su pequeña cabeza
Me detuve un segundo a observar la hora. Los niños estaban saliendo de la escuela todos disfrazados de paisanos y tocando la flauta, salvo una niña de trenzas y cara circular que volvía hacia mi dirección tocando la melódica. De pronto dejo de hacerlo, se la entrego al hombre de traje, le sonrió mostrando la falta de algunos dientes y comenzó a correr toda la cuadra con su perro, el que tropezaba cada dos por tres al pisar sus orejas con sus cortas patas.
Al notar la compañía de pequeños felinos, comprendí que había llegado a la calle Zamudio. Enseguida mis ojos tomaron la dirección de aquel balcón de la cuadra de en frente. Una niña de lazo celeste asomado en su cabellera cantaba mirando los árboles floridos que tenia delante sus ojos mientras abrazaba a sus perros. Al notar mi presencia, se sonrojo y desapareció precipitadamente. No pude evitar sentir aquella sensación en mi rostro también.
Seguí mi rumbo pero un fuerte portazo me hizo volver mi mirada hacia la entrada de la misma casa, el mismo lo sentí en mi pecho. Allí estaba esa imagen, La adolescente salió con lágrimas en sus ojos, la respiración acelerada, al igual que su paso. Por alguna razón, aquella sensación tardó en desaparecer.
Continuando el andar, llegué a la plaza principal. Quise echarle un vistazo a la hoja de la joven que se encontraba sentada contra el árbol, pero la distancia me lo impidió. Aun así era notable que movía aquel lápiz con pasión, como si su felicidad construyera con los trazos sobre la hoja. Al rato llegaron más jóvenes ubicándose junto a ella comenzando una ronda de tereré y de risas. Tal cual lo hubiésemos planeado un día como este con mi grupo.
Y allí me encontré, frente a aquellos adoquines que jamás había pisado. Mi paso se hizo más lento hasta llegar a detenerse. No conocía aquel camino, mis ojos lo veían oscuro. Apareció el temor a tropezar, a perderme, a no encontrar dirección, a llegar a calles sin salida. No paso un minuto cuando un faro dio luz a lo lejos. Por alguna razón mi desesperación comenzó a aliviarse, no completamente, pero sí lo suficiente para comprender que su luz pronunciaba mi nombre, y que pisando estas calles se seguiría escribiendo esta historia.

Utópico anhelo





Galopando con pasión, el animal levantó vuelo. Dos cálidas y blancas alas se desplegaron a mis costados y atravesaron nubes de algodón.
El sol suavemente circular radiaba. Este fue interceptado por el sorpresivo aleteo de palomas que inmediatamente se ubicaron formando tres radios en el.
De ellos se desprendía un colorido pentagrama.
Su melodía era armoniosa y sublime.
De pronto, escuche un dulce canto. Desvie mi mirar hacia la tierra firme que se
Encontraba bañada de vegetación predominando los árboles y rosales.
Pude distinguir un gran grupo de hombres acompañando alegremente la serena melodía. Todos se veían distintos, pero a la vez muy iguales. Parecían una sola persona, un solo canto.
El animal rozó con sus extremidades el mar en calma.
Dos niños tomados de la mano corrieron riendo hacia la orilla. Tomaron dos ramitas que encontraron sobre la arena y dibujaron un enorme corazón. Se sentaron en su centro y permanecieron allí, esperando el llegar del atardecer.
No recordaba lo que era suspirar y sentir esa sensación de plena libertad.
De repente, el animal aterrizó a toda velocidad, Sus alas se desprendieron y su color oscureció hasta llagar a ser negro. Sus mismos ojos que antes trasmitían bondad ahora solo mostraban desesperación.
Cayeron las notas musicales del pentagrama y éste desapareció. Solo se escuchaba los agresivos galopes y el viento que golpeaba sobre las hojas secas de los árboles. Ni una
Sola luz iluminaba el camino sin dirección.
En aquellos últimos segundos penetró en mis oídos un turbador sonido que se agudizaba cada vez más.
Sólo logré distinguir aquel precipicio cuando ya estaba cayendo en el.
…………………………………………………………………………………………

Fueron fuertes bocinazos los que me hicieron saltar de la cama abriendo los ojos precipitadamente.
Eran las seis y veinticinco de la mañana. Otro día que había que finalizar en la triste Buenos Aires. El desafió cotidiano.
Me coloque la bata y, abrazando mi cintura, me acerqué a la ventana.
El humo de los autos se unía con el depresivo día nublado.
La gente avanzaba como soldados. Sus rostros no mostraban ningún rastro de expresión. La misma secuencia. La misma imagen de siempre.
No quise prender el televisor. Mirar por la ventana ya me había angustiado lo suficiente como para seguir escuchando sobre injusticias y corrupción.
Sin pensarlo dos veces opté por no llevar a cabo el estructurado día.
Cerré la ventana y volví a cobijarme en mi cama buscando engañarme de que
cerrando los ojos volvería a la verdadera realidad, a mi anhelada utopía.

Marina González
26 de agosto.
2009
"No hay gente ni ruidos por las calles que voy,
No se siente ni un suspiro ni una simple canción,
Solo la sombra de mis pasos y ecos de la voz,
No es verdad, lo pasado ya paso

Es fasil decir adios, media vuelta y a caminar,
Difícil explicar al corazón porque mis ojos comienzan a llorar,
Que mentira inventar? Si el es quien esconde la verdad,
A donde me dirijo al caminar? Si no hay vida, no hay más."

Marina González